Definitivamente era su día bipolar. Se
levantaba por la mañana sin ganas ni de respirar, iba al instituto y al ver a
sus amigas se animaba un poco más, pero al rato se molestaba por cualquier cosa
que estas mismas hacían. Después llegaba a casa, estudiaba, escuchaba música y
parecía que su día empezaba a mejorar, o al menos su ánimo, pero una vez más,
cambió. Él le estaba hablando, enfadándose porque no le había hablado, diciendo
que la gente decía que ella no le quería. Su estómago se comprimió
considerablemente, los nervios recorrieron su cuerpo y el malestar la inundó.
¿Por qué? Tal vez se debía a su edad, al estar en la adolescencia, ella no lo
sabía, pero se sentía extrañamente bipolar. Feliz, triste, feliz, triste. Así todo
el día. Sentía que estaba a punto de estallar, así que cogió uno de esos libros
que tanto le gustaban y se metió dentro de la historia, olvidando todo, los
exámenes, el estrés, el malestar, a él. Todo. Respiró profundamente y pensó: “no
todo puedo ir tan mal, a lo mejor es que estoy negativa, necesito pensar más
positivamente o acabaré por volverme loca”. Sonrió por un instante, recordando
la letra de una canción de su grupo favorito, que decía: cuando tengas un día malo, enciende la música y déjate llevar. Puso
la canción y su traducción sintiendo, por primera vez en todo lo que llevaba de
día, la seguridad y la tranquilidad expandiéndose por su pecho.
.
Su susurro.
"Vivir la vida, eso no tiene precio. Quien no haya pasado nunca frío no apreciará el valor de una hoguera. Quien nunca haya llorado no disfrutará de los momentos de risas. Quien no haya pasado hambre no valorará un plato de estofado caliente. Quien no conozca la muerte no sentirá amor por la vida.” – Laura Gallego.
“Tal vez estamos en este mundo para buscar el amor, encontrarlo y perderlo, una y otra vez. Con cada amor, nacemos de nuevo, y con cada amor que termina recogemos una herida nueva. Estoy cubierta de orgullosas cicatrices.” –Isabel Allende.

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