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Su susurro.

"Vivir la vida, eso no tiene precio. Quien no haya pasado nunca frío no apreciará el valor de una hoguera. Quien nunca haya llorado no disfrutará de los momentos de risas. Quien no haya pasado hambre no valorará un plato de estofado caliente. Quien no conozca la muerte no sentirá amor por la vida.” – Laura Gallego.

“Tal vez estamos en este mundo para buscar el amor, encontrarlo y perderlo, una y otra vez. Con cada amor, nacemos de nuevo, y con cada amor que termina recogemos una herida nueva. Estoy cubierta de orgullosas cicatrices.” –Isabel Allende.



martes, 22 de abril de 2014

La caza.



Sus ojos me miraban como el depredador antes de cazar a su presa. Y yo, al igual que esta, sabía que me iban a cazar pero no podía huir pues sabía que mi destino era ese. Sus brazos aprisionándome contra la pared se sentían igual que las rejas de una celda, aquellas que dejan al prisionero sin libertad y le absorben la energía. Su respiración golpeaba con fuerza mi rostro arrastrando mi aliento con él, haciéndome perder la razón por completo. Quería gritarle que se apartara de mí, pero no podía, estaba tan hipnotizada por esos ojos, me sentía tan bien estando encerrada por su celda… ¿Qué podía hacer? Su cara estaba cada vez más cerca de mí, mis mejillas cada vez más sonrojadas, su sonrisa cada vez más grande.

<<Nunca me abandones, recuerda que tú eres sólo mía. >> 

Susurrando ese tipo de cosas en mi oído… ¿Cómo iba a evitar lo inevitable? Antes de que sus labios buscaran los míos, me puse de puntillas, lo agarré por la nuca y lo pegué a mí, mientras nuestras bocas se buscaban desesperadas. Los ojos de él aún estaban abiertos de la sorpresa. Pero yo ya no podía controlarme. Al fin y al cabo, que la presa sea cazada es algo que no se puede cambiar, y en esos momentos me encantaba ser cazada.



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