Hay cosas que nunca cambian y la mayoría no están bajo nuestro control.
Cuando se atraviesan malos momentos se nos suele decir que pensemos en el prójimo, en aquel que probablemente lo está pasando peor que nosotros.
El tan característico egocentrismo humano aparece.
Mi vida la vivo yo, no los demás.
Polémico.
Hay quienes dicen que la solución para ser feliz es hacer feliz a los demás; otros reclaman que solo priorizando tus sentimientos puedes llegar a conseguir lo que en algún momento todos anhelamos. Es un debate existencial, yo o los demás. Los demás o yo.
Si se me pregunta, diré que desconozco la respuesta, que en estos tiempos locos que nos consumen, la única manera de ser libre, es siéndolo. Fácil y no tan fácil. Si echas de menos, hazlo. Hazlo como quieras hacerlo: llora, patalea, culpa a los demás, maldice al prójimo y manda a tomar por culo a todos los que dicen que eres un egoísta, pero sobre todo y al final del día, piensa. Piensa que hay millones pasando por lo mismo que tú, personas que tratan de mejorar la situación y que se juegan la suya propia para que dejes de echar de menos o para los que ya lo van a hacer de por vida, no sientan que ha sido en vano.
Los sentimientos no son una celda, las personas lo son.
Y en la noche, cuando las calles están oscuras y siguen sin vida, todos somos personas.
Todos nos frustramos, sentimos añoranza, soñamos con el día en el que podamos ver a quien más amamos. Y no es malo, no lo es porque si también encerramos los sentimientos...
¿Qué nos queda?
Leer para soñar con los ojos abiertos
.
Su susurro.
"Vivir la vida, eso no tiene precio. Quien no haya pasado nunca frío no apreciará el valor de una hoguera. Quien nunca haya llorado no disfrutará de los momentos de risas. Quien no haya pasado hambre no valorará un plato de estofado caliente. Quien no conozca la muerte no sentirá amor por la vida.” – Laura Gallego.
“Tal vez estamos en este mundo para buscar el amor, encontrarlo y perderlo, una y otra vez. Con cada amor, nacemos de nuevo, y con cada amor que termina recogemos una herida nueva. Estoy cubierta de orgullosas cicatrices.” –Isabel Allende.
miércoles, 15 de abril de 2020
viernes, 8 de junio de 2018
Pensamientos nocturnos
Noches en vela, sábanas mojadas.
Humedad de lágrimas de sangre, heridas reabiertas por viejos recuerdos.
Gotas de lluvia ácida acarician la piel de mi alma cuando suplico que no te vayas.
Dañina soledad, única acompañante de vida.
Tú, único pedazo de felicidad que se esfuma cuando vuelvo a las pesadillas.
Rendición sería exigirte demasiado.
Condena, sangre y frío conformarán tu último aliento.
Humedad de lágrimas de sangre, heridas reabiertas por viejos recuerdos.
Gotas de lluvia ácida acarician la piel de mi alma cuando suplico que no te vayas.
Dañina soledad, única acompañante de vida.
Tú, único pedazo de felicidad que se esfuma cuando vuelvo a las pesadillas.
Rendición sería exigirte demasiado.
Condena, sangre y frío conformarán tu último aliento.
miércoles, 9 de mayo de 2018
Electricidad
¡Hola, hola, pequeños lectores! Hoy os traigo un fragmento de una larga historia que llevo escribiendo bastante tiempo. Me hace especial ilusión publicar esta parte porque es la que marca un antes y un después en la trama y porque la química que tienen estos dos me hace estremecer.
¡Disfrutad, os quiero!
PD: Os recomiendo que lo leáis escuchando Fear and Loathing de Marina and The Diamonds.
PD2: Cabe destacar que es una historia de fantasía, acción y romance.
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¡Disfrutad, os quiero!
PD: Os recomiendo que lo leáis escuchando Fear and Loathing de Marina and The Diamonds.
PD2: Cabe destacar que es una historia de fantasía, acción y romance.
El alcohol está haciendo efecto en mí y él está mirándome en
la distancia. Hay algo que me impulsa a molestarle, a restregarle que nunca
seremos algo y que soy una chica libre. Me acerco a uno de los tantos chicos
borrachos que bailan como patos mareados en medio del salón; Crazy in love comienza a sonar y siento
que el destino se ha unido a mí favor. Muevo las caderas suavemente pasando mis
manos por el pecho de mi pequeña rata de experimento. Su fría mirada se
entrecierra y siento una helada furia que intenta cohibirme, pero esta vez es
diferente. No sé si es el alcohol o el hecho de que está a una distancia
prudencial de mí y me siento poderosa, pero acerco mis labios al cuello del
chico y dejo pequeños besos.
-¿Quieres ir arriba? –pobrecillo, de verdad piensa que
quiero eso con él.
Asiento entusiasmadamente mientras doy un juguetón mordisco
en su oreja. Él jadea y me agarra fuertemente de la cintura. Sonrío sintiéndome
segura de mí misma. Me giro para ver si Ian me está mirando y… está
enrollándose con una rubia despampanante de metro ochenta.
Punzada en el estómago, rabia. La misma furia y descontrol
que llevo semanas sintiendo amenaza con explotar. Intento respirar pero siento
que mis pulmones se cierran. Boqueo desesperada. Joder. La vista se me está nublando
y todo a mi alrededor tiembla; la espalda arde. Me separo como puedo del chico
y a punto de desmayarme salgo de la casa.
Ando unos cuantos metros y me encorvo con las arcadas
sacudiéndome. La cabeza me palpita y el ardor de la espalda se está haciendo
insoportable. Vomito y gimoteo a la vez. ¿Dónde
están tus amigos cuando los necesitas?
-Vete a vomitar a tu casa. –a duras penas alzo la mirada y
me encuentro con la rubia de Ian. Genial.
Ya no puedo contenerme más.
Creo que mi cabeza está a punto de estallar cuando golpeo su
rostro con una fuerza descomunal e impropia de mí. La mano me duele pero lo que
me está realmente matando es la puñetera espalda, parece que me estén
apuñalando con un cuchillo ardiendo.
-¿Quién te crees que eres? –la rubia se abalanza sobre mí
mientras la gente se pone a nuestro alrededor y grita “pelea, pelea”.
Le esquivo todos los golpes sintiéndome cada vez más
enferma. Su mano golpea mi rostro y sé que ha llegado mi momento. Los gritos,
mi dolor, todo desaparece durante unos segundos para volver con mucha más
fuerza. Me llevo las manos a la cabeza y grito desesperada esperando a que
acabe esta tortura. La rubia para de golpearme y me mira. Todos me miran.
Entonces llega él, como siempre, y me rescata. Me alza del suelo, me aprieta
contra su pecho y me lleva hacia la casa.
-¡Todos a bailar! –grita haciendo que su pecho retumbe en
mis oídos.
Cierro los ojos notando únicamente su pecho subir y bajar.
Entramos en la estancia donde suena la música a todo volumen, subimos las
escaleras y nos adentramos en la primera habitación que Ian ve.
Me deposita con
cuidado sobre la cama y examina mi rostro con preocupación.
-¿Estás bien, Wesen? –sonrío muy a pesar.
-Sí, siempre y cuando me digas que significa eso. –me sonríe
de vuelta.
-Ni hablar. —su rostro se torna preocupado de nuevo cuando
pequeños escalofríos me recorren.
Marina and
The Diamonds suenan con Fear and Loathing.
Nuestras miradas se cruzan. Hielo con oro. La extraña
conexión se intensifica de tal forma que él se aproxima inconscientemente, lo sé
porque cuando se da cuenta de que está a centímetros de mi boca se muestra
sorprendido. Las respiraciones se mezclan y mi olor a alcohol y vómito no
parecen espantarle.
Se acerca un poco más permitiendo que nuestros labios se
rocen al igual que roza una brisa a la hoja a punto de caerse del árbol; la
hoja soy yo y sé que voy a caer. Sus ojos me permiten deducir que opina lo
mismo que yo.
La canción llega a su punto álgido envolviendo la situación
en un extraño halo de intimidad y sensualidad que es imposible romper. Sin
aguantarlo más acorto la diminuta distancia que nos separaba y me dejo ir en
ese beso. En un beso que siento prohibido y mal
pero que me reconforta de una forma que nunca pensé que sentiría. Nuestras
lenguas se mezclan, Ian se coloca a horcajadas sobre mí aprisionando mis
brazos.
-Dios, llevaba queriendo hacer esto desde el día en que te
conocí. –susurra con una voz increíblemente ronca.
-Y yo, Ian, y yo. –nuestras bocas vuelven a unirse y dejo
que su lengua invada mi boca cuando un súbito pensamiento me deja helada: este hombre es mi perdición y estoy segura de que acabará jodiendo muchas cosas.
miércoles, 15 de febrero de 2017
Darkness
Llevo una mano al pecho y noto mi corazón latir más rápido.
Una sensación de
ahogo me recorre entera y noto como se me nubla la vista por culpa de las
lágrimas.
Cuesta respirar,
cuesta dejar de temblar.
Intento centrar mi pensamiento en otra cosa pero la
sensación de ansiedad no se va.
Duele.
Duele el pecho.
Siento como si se
hubiera establecido una noche perpetua en mi interior.
Nada importa.
Duele.
Duele.
DUELE.
Hablo pero nadie comprende, nadie escucha.
Sola en el mundo.
Sola en mi cabeza.
Solo mis sentimientos y yo.
Me voy cansada de esperar.
Me voy cansada de cambiar.
Me voy dónde nadie pueda encontrarme.
miércoles, 16 de noviembre de 2016
Los límites.
Lo primero de todo... ¡Hola viejos seguidores! Hace bastante tiempo que no publicaba en el blog pero es cierto que tampoco he sentido la confianza en mi escritura como para seguir publicando, pero he vuelto y con muchas ganas. ¡Espero que os guste este texto inspirado en la protagonista de una novela que me gusta muchísimo!
La rabia le consumía por dentro y amenazaba con hacerla
explotar. Respiraba hondo intentando tranquilizarse pero ni la valeriana más
poderosa hubiera conseguido calmarla. Estaba, hablando mal, hasta los cojones
de tener que guardarse todo lo que pensaba, todo lo que sentía, todo lo que le
hacía daño o le molestaba. Pero, claro, ella no podía decirlo si quería seguir
estando dónde estaba y por eso lo aguantaba. Porque a pesar de todo era lo más
cerca de la felicidad que estaba y sí para llegar a conseguirla tenía que
comérselo todo, se lo comería.
Aunque como todo en la vida, tenía unos límites
a los que acababa de llegar.
Quería desahogarse aunque eso implicara hacerse daño a sí
misma, era tan insignificante el amor que se sentía que se provocó mucho dolor.
No lloró, ni una mísera lágrima de sufrimiento, nada. Sólo repetía el
movimiento que hacía a su organismo sangrar, por fuera y por dentro.
De lo que nunca se dio cuenta era que ella nunca había sido
feliz, ni lo sería si seguía pensando así.
miércoles, 15 de julio de 2015
¿Amigos?
La decepción y la desconfianza se han convertido en mí pan
de cada día. ¿Quién hubiera dicho que yo me convertiría en una persona
desconfiada? Supongo que si soy así es
por algo, ¿no?
Han sido infinitas veces las que me he preguntado el porqué
debo confiar en alguien, porque al fin y al cabo siempre me acabo sintiendo una
mierda y eso duele todavía más cuando viene de alguien que no te lo esperas.
Repites en tu cabeza mil millones de veces por segundo ¿por qué yo, por qué a
mí? Sé que no a todo el mundo puedes caerle bien, es lógico, pero lo que no es
lógico es que gente que lo era todo para ti lo haga, te traicione, te clave la
espada por la espalda y que después niegue su culpa y se excuse echándote la
culpa a ti.
Y esos pensamientos me llevan a otra pregunta: ¿De verdad
existen amigos?
Ahora quién quiera que seas y estás leyendo esto pensarás
que obviamente sí y sin quererlo aparecerán en tu mente ciertas personas.
Admito que puede incluso que tengáis razón, a pesar de que sea algo
contradictorio a mí anterior comentario, claro que eso se basa en el concepto
de “amistad” que tiene cada uno.
Para mí un amigo es ese que aunque la cagues hasta el fondo
estará ahí para apoyarte, es ese que ríe, llora, y pelea contigo, aquel que te
cuenta sus cosas privadas y tú a él las tuyas, aquel que sabe que estás a punto
de venirte abajo con sólo una mirada, un amigo es esa persona que va a estar a
tu lado siempre, no importa el tiempo, el lugar o las circunstancias.
Eso es lo que yo entiendo por amigo, pero he sufrido tantas
decepciones que ya no soy capaz de confiar en alguien que no sea mi hermana o
mis padres, ellos al fin y al cabo son siempre los que han estado a mí lado,
apoyándome.
lunes, 17 de noviembre de 2014
Love is a game.
Los latidos de su corazón parecían resonar por toda la
estancia, estaba tan cerca y a la vez tan lejos de él. Sus frentes chocaban y
sus respiraciones estaban aceleradas, pero la mirada de él estaba perdida. ¿En
qué podía estar pensando? ¿Qué era eso que tanto le dolía? Sin más demora sus
labios se acercaron lentamente a los de ella pero algo lo impidió, lágrimas
resbalaban por su pequeño rostro.
-¿Qué pasa, pequeña? –susurró en voz baja limpiándole las
lágrimas.
-No me quieres, sólo soy un juguete más. –dijo ella en un
tono a penas inaudible. La mirada de él cambió, algo oscuro empezaba a asomar.
La miraba con deseo.
-¿Juguete? Eres mucho más que eso. –la agarró de la cintura
y la pegó contra él. Sus labios se buscaron desesperadamente. Ninguno de los
dos tenía una explicación a lo que estaba pasando.
-Para, no quier…no quier…
-Ni tan si quiera puedes negarlo, me amas, me adoras, me
deseas. –una vez más aproximó su boca a
la de ella.
-Sí, todo eso es cierto… ¿Pero qué harías sin mí? El juego
ha acabado, esto ya no son cosas de niños.
-Lo sé y lo supe desde el momento en que probé tus labios. –cerró
los ojos recordando la sensación de
estar en vuelto por sus pequeños brazos, la sensación de ser querido. La amaba
y ella a él.
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