Los latidos de su corazón parecían resonar por toda la
estancia, estaba tan cerca y a la vez tan lejos de él. Sus frentes chocaban y
sus respiraciones estaban aceleradas, pero la mirada de él estaba perdida. ¿En
qué podía estar pensando? ¿Qué era eso que tanto le dolía? Sin más demora sus
labios se acercaron lentamente a los de ella pero algo lo impidió, lágrimas
resbalaban por su pequeño rostro.
-¿Qué pasa, pequeña? –susurró en voz baja limpiándole las
lágrimas.
-No me quieres, sólo soy un juguete más. –dijo ella en un
tono a penas inaudible. La mirada de él cambió, algo oscuro empezaba a asomar.
La miraba con deseo.
-¿Juguete? Eres mucho más que eso. –la agarró de la cintura
y la pegó contra él. Sus labios se buscaron desesperadamente. Ninguno de los
dos tenía una explicación a lo que estaba pasando.
-Para, no quier…no quier…
-Ni tan si quiera puedes negarlo, me amas, me adoras, me
deseas. –una vez más aproximó su boca a
la de ella.
-Sí, todo eso es cierto… ¿Pero qué harías sin mí? El juego
ha acabado, esto ya no son cosas de niños.
-Lo sé y lo supe desde el momento en que probé tus labios. –cerró
los ojos recordando la sensación de
estar en vuelto por sus pequeños brazos, la sensación de ser querido. La amaba
y ella a él.
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