La decepción y la desconfianza se han convertido en mí pan
de cada día. ¿Quién hubiera dicho que yo me convertiría en una persona
desconfiada? Supongo que si soy así es
por algo, ¿no?
Han sido infinitas veces las que me he preguntado el porqué
debo confiar en alguien, porque al fin y al cabo siempre me acabo sintiendo una
mierda y eso duele todavía más cuando viene de alguien que no te lo esperas.
Repites en tu cabeza mil millones de veces por segundo ¿por qué yo, por qué a
mí? Sé que no a todo el mundo puedes caerle bien, es lógico, pero lo que no es
lógico es que gente que lo era todo para ti lo haga, te traicione, te clave la
espada por la espalda y que después niegue su culpa y se excuse echándote la
culpa a ti.
Y esos pensamientos me llevan a otra pregunta: ¿De verdad
existen amigos?
Ahora quién quiera que seas y estás leyendo esto pensarás
que obviamente sí y sin quererlo aparecerán en tu mente ciertas personas.
Admito que puede incluso que tengáis razón, a pesar de que sea algo
contradictorio a mí anterior comentario, claro que eso se basa en el concepto
de “amistad” que tiene cada uno.
Para mí un amigo es ese que aunque la cagues hasta el fondo
estará ahí para apoyarte, es ese que ríe, llora, y pelea contigo, aquel que te
cuenta sus cosas privadas y tú a él las tuyas, aquel que sabe que estás a punto
de venirte abajo con sólo una mirada, un amigo es esa persona que va a estar a
tu lado siempre, no importa el tiempo, el lugar o las circunstancias.
Eso es lo que yo entiendo por amigo, pero he sufrido tantas
decepciones que ya no soy capaz de confiar en alguien que no sea mi hermana o
mis padres, ellos al fin y al cabo son siempre los que han estado a mí lado,
apoyándome.
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