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Su susurro.

"Vivir la vida, eso no tiene precio. Quien no haya pasado nunca frío no apreciará el valor de una hoguera. Quien nunca haya llorado no disfrutará de los momentos de risas. Quien no haya pasado hambre no valorará un plato de estofado caliente. Quien no conozca la muerte no sentirá amor por la vida.” – Laura Gallego.

“Tal vez estamos en este mundo para buscar el amor, encontrarlo y perderlo, una y otra vez. Con cada amor, nacemos de nuevo, y con cada amor que termina recogemos una herida nueva. Estoy cubierta de orgullosas cicatrices.” –Isabel Allende.



miércoles, 9 de mayo de 2018

Electricidad

¡Hola, hola, pequeños lectores! Hoy os traigo un fragmento de una larga historia que llevo escribiendo bastante tiempo. Me hace especial ilusión publicar esta parte porque es la que marca un antes y un después en la trama y porque la química que tienen estos dos me hace estremecer.
¡Disfrutad, os quiero!
PD: Os recomiendo que lo leáis escuchando Fear and Loathing de Marina and The Diamonds.
PD2: Cabe destacar que es una historia de fantasía, acción y romance.

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El alcohol está haciendo efecto en mí y él está mirándome en la distancia. Hay algo que me impulsa a molestarle, a restregarle que nunca seremos algo y que soy una chica libre. Me acerco a uno de los tantos chicos borrachos que bailan como patos mareados en medio del salón; Crazy in love comienza a sonar y siento que el destino se ha unido a mí favor. Muevo las caderas suavemente pasando mis manos por el pecho de mi pequeña rata de experimento. Su fría mirada se entrecierra y siento una helada furia que intenta cohibirme, pero esta vez es diferente. No sé si es el alcohol o el hecho de que está a una distancia prudencial de mí y me siento poderosa, pero acerco mis labios al cuello del chico y dejo pequeños besos.

-¿Quieres ir arriba? –pobrecillo, de verdad piensa que quiero eso con él.

Asiento entusiasmadamente mientras doy un juguetón mordisco en su oreja. Él jadea y me agarra fuertemente de la cintura. Sonrío sintiéndome segura de mí misma. Me giro para ver si Ian me está mirando y… está enrollándose con una rubia despampanante de metro ochenta.

Punzada en el estómago, rabia. La misma furia y descontrol que llevo semanas sintiendo amenaza con explotar. Intento respirar pero siento que mis pulmones se cierran. Boqueo desesperada. Joder. La vista se me está nublando y todo a mi alrededor tiembla; la espalda arde. Me separo como puedo del chico y a punto de desmayarme salgo de la casa.

Ando unos cuantos metros y me encorvo con las arcadas sacudiéndome. La cabeza me palpita y el ardor de la espalda se está haciendo insoportable. Vomito y gimoteo a la vez. ¿Dónde están tus amigos cuando los necesitas?

-Vete a vomitar a tu casa. –a duras penas alzo la mirada y me encuentro con la rubia de Ian. Genial. Ya no puedo contenerme más.

Creo que mi cabeza está a punto de estallar cuando golpeo su rostro con una fuerza descomunal e impropia de mí. La mano me duele pero lo que me está realmente matando es la puñetera espalda, parece que me estén apuñalando con un cuchillo ardiendo.

-¿Quién te crees que eres? –la rubia se abalanza sobre mí mientras la gente se pone a nuestro alrededor y grita “pelea, pelea”.

Le esquivo todos los golpes sintiéndome cada vez más enferma. Su mano golpea mi rostro y sé que ha llegado mi momento. Los gritos, mi dolor, todo desaparece durante unos segundos para volver con mucha más fuerza. Me llevo las manos a la cabeza y grito desesperada esperando a que acabe esta tortura. La rubia para de golpearme y me mira. Todos me miran. Entonces llega él, como siempre, y me rescata. Me alza del suelo, me aprieta contra su pecho y me lleva hacia la casa.

-¡Todos a bailar! –grita haciendo que su pecho retumbe en mis oídos.

Cierro los ojos notando únicamente su pecho subir y bajar. Entramos en la estancia donde suena la música a todo volumen, subimos las escaleras y nos adentramos en la primera habitación que Ian ve. 

Me deposita con cuidado sobre la cama y examina mi rostro con preocupación.

-¿Estás bien, Wesen? –sonrío muy a pesar.

-Sí, siempre y cuando me digas que significa eso. –me sonríe de vuelta.

-Ni hablar. —su rostro se torna preocupado de nuevo cuando pequeños escalofríos me recorren.

Marina and The Diamonds suenan con Fear and Loathing.

Nuestras miradas se cruzan. Hielo con oro. La extraña conexión se intensifica de tal forma que él se aproxima inconscientemente, lo sé porque cuando se da cuenta de que está a centímetros de mi boca se muestra sorprendido. Las respiraciones se mezclan y mi olor a alcohol y vómito no parecen espantarle.

Se acerca un poco más permitiendo que nuestros labios se rocen al igual que roza una brisa a la hoja a punto de caerse del árbol; la hoja soy yo y sé que voy a caer. Sus ojos me permiten deducir que opina lo mismo que yo.

La canción llega a su punto álgido envolviendo la situación en un extraño halo de intimidad y sensualidad que es imposible romper. Sin aguantarlo más acorto la diminuta distancia que nos separaba y me dejo ir en ese beso. En un beso que siento prohibido y mal pero que me reconforta de una forma que nunca pensé que sentiría. Nuestras lenguas se mezclan, Ian se coloca a horcajadas sobre mí aprisionando mis brazos.

-Dios, llevaba queriendo hacer esto desde el día en que te conocí. –susurra con una voz increíblemente ronca.

-Y yo, Ian, y yo. –nuestras bocas vuelven a unirse y dejo que su lengua invada mi boca cuando un súbito pensamiento me deja helada: este hombre es mi perdición y estoy segura de que acabará jodiendo muchas cosas.



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